March 2019
Becoming Disciples

El don de dar

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Por los últimos 26 años, he sido miembro de la Iglesia de la Trinidad en Los Ángeles, California. Antes de eso, en los años 80, fui contadora por siete años en la diócesis de El Salvador. Durante ese tiempo, el Rvdo. Luis Serrano, otras personas de la Iglesia Episcopal y yo fuimos encarceladas por las fuerzas estatales. Decían que la Iglesia era terrorista porque habíamos hecho una opción preferencial para los pobres. Un grupo de personas de la Iglesia Episcopal de Estados Unidos, con la ayuda del Rvdo. Canónigo Robert Brooks, fue a El Salvador y con su ayuda fuimos liberados. Fueron tiempos muy duros y difíciles y seguimos recibiendo amenazas después de nuestro encarcelamiento. Me fui de la iglesia y posteriormente de El Salvador.

Después de un tiempo en Nueva York, regresé a mi país, pero nunca fue igual. Al poco tiempo de estar en El Salvador, volvieron las amenazas. Además, estaba pasando por un divorcio y no estaba bien. Mi hermana me recomendó que me fuera a California a casa de un hermano. Cuando llegué a California, asistí a una iglesia de un sacerdote conocido. Era muy lejos de donde vivía, así que el sacerdote me ayudó a encontrar una iglesia cerca de mi casa y así llegué a la Iglesia Trinidad.

El rector de la Iglesia Trinidad, el Rvdo. Mac Thigpen, no hablaba español, pero entendía la importancia del ministerio latino/hispano. El Rvdo. Mac vio que yo iba a misa pero no comulgaba. Como me había criado en la Iglesia Católica Romana me atormentaba el pecado del divorcio. Con la ayuda de alguien que hablaba español, el padre Mac me preguntó por qué no comulgaba. Cuando le dije que era porque estaba divorciada el padre me explicó que estaba bien con Dios y que podía comulgar. Así fue como me abrió la puerta a la iglesia. Después, me preguntaron si quería ser acólito y así comenzó mi servicio en la Iglesia Trinidad.

En ese entonces, la feligresía anglohablante era grande. Al mismo tiempo, al grupo de latinos/hispanos comenzaron a llegar muchos niños y tuve la idea de iniciar una guardería. Yo la llamaba guardería, pero realmente era una escuela dominical en la que enseñábamos a los niños sobre Dios. Yo tenía un calendario de rotación de maestras para que ninguna se sintiera cansada ni atada. Cuando ese grupo de niños creció, decidimos empezar a dar clases de primera comunión, según nuestra costumbre católica romana. Mientras que el grupo latino crecía, el grupo de habla inglesa disminuía.

Cuando llegó la Rvda. Anna Olson en 2002 como sacerdote encargada, la feligresía latina/hispana se dio cuenta de que la iglesia era episcopal y no católica romana. Muchas personas se fueron, pero varias regresaron con el tiempo. En ese entonces, la Rvda. Anna me entrenó para ser guardiana mayor.

Durante el tiempo del Padre Mac, muchos integrantes de la feligresía anglohablante tenían muchos recursos y mantenían las finanzas de la iglesia. No se oía mucho sobre la mayordomía. Yo estaba ayudando con la educación cristiana y otros ministerios en la iglesia, y no estaba preparada para dar un donativo. Cuando llegó la Rvda. Anna comenzamos a saber más sobre la mayordomía, y como guardiana mayor, aprendí sobre las finanzas de la iglesia.

No es fácil llegar a sentir el deseo de dar una promesa, porque poner dinero los domingos en el platillo es más fácil y un menor compromiso. Estuve sin trabajo por un tiempo y no podía ahorrar, pero sobrevivía preparando y vendiendo comida. Vi que Dios no me quitaba lo que necesitaba y siempre proveía para mí y mi hija. Como era guardiana mayor me pregunté, ¿por qué no voy a darle a Dios una promesa?

Cuando comencé a hacer mi promesa fue porque quería agradecerle a Dios. A pesar de haber pasado penurias, nunca me faltó un techo, ni comida ni ropa. Doy mi promesa porque estoy tan agradecida por lo que Dios hizo en mi vida.

Cuando la Rvda. Liz Muñoz vino a ser la rectora de la Iglesia Trinidad en 2006, me preparó para dar pláticas de bautizo y confirmación y me ayudó a capacitarme en Jugando Junto a Dios (Godly Play). Bajo su liderazgo, me eligieron como tesorera porque sintieron que necesitaban un tesorero que hablara español. Como tesorera, podía explicar a la feligresía los informes financieros, gastos, presupuestos y la administración. Los informes financieros y enseñar a la feligresía las necesidades de la iglesia es una manera de ayudar a la congregación a entender por qué se necesitan sus promesas.

Como hija de Dios, siento mucho agradecimiento y deseo fervientemente continuar la obra de Jesús. También son muy importantes los talentos y el tiempo que damos a una Iglesia, y no debemos basarnos únicamente en el aspecto económico cuando enseñamos sobre la mayordomía. Si lo hacemos, perdemos la visión principal de que la Iglesia es Cristo y sus enseñanzas y que debemos tratar de seguir su camino.

Ha aprendido que, al hablar con miembros de la feligresía de todas las edades sobre la mayordomía, lo más importante es ser transparente con las finanzas de la iglesia. Es importante presentar informes cada cuatro meses para dar a conocer la situación de la iglesia y cómo se maneja el dinero de una manera que la gente pueda entender. Es importante educar a la gente sobre cómo se usan sus ofrendas y promesas. Cuando la gente está al tanto de una situación quiere ayudar y da.

Es muy importante darles ejemplos personales para promover la mayordomía. Invito a diferentes personas a compartir sus historias de agradecimiento por la ayuda que han recibido de Dios. Leo pasajes de la Biblia en los que se habla de dar. Les recuerdo que el dar es un don. Recordemos que no solo se debe hablar de la mayordomía durante la campaña de mayordomía sino todo el año. Porque creo que todas las personas deben tener la oportunidad de dar, yo invito a mis estudiantes, a los niños, a que den una moneda, y así comienzan a dar sus promesas.

Mi relación con Jesús ha crecido mucho desde que comencé a dar mi promesa. La verdad es, que cuando estaba encarcelada y enfrentando la muerte me inspiraré mucho a trabajar con jóvenes y niños. Dios me invitó a dar más, a estar agradecida y comprometerme más. Ese compromiso es con Dios. Cuando doy mi promesa nunca pienso, “Oh este dinero va para esto o para lo otro.” En cambio digo “¡Gracias, Señor, por todo lo que me das y por el don de dar!”

Margarita Gómez Posada comenzó su vida en la Iglesia Episcopal como contadora en la diócesis de El Salvador. A ella le encanta aprender y trata de asistir y aprender de tantas conferencias de la Iglesia como sea posible. Margarita está entrenada en Jugando Junto a Dios (Godly Play) y espera llevar lo que ha aprendido a otras iglesias alrededor de su diócesis.

Recursos

This article is part of the March 2019 Vestry Papers issue on Becoming Disciples