November 2021
Joy and Gratitude

Vendrá la alegría

Cuando mi querida amiga Sandra me pidió que escribiera este artículo para el número de este mes de Papeles de la Junta Parroquial sobre la gratitud y alegría que las mascotas traen a las vidas de las mujeres que vivimos solas, pensé Por supuesto, puedo canalizar mi Carrie Bradshaw interna. La realidad es que ahora que estoy sentada en mi apartamento mirando por la ventana, me recuerdo a mí misma que de hecho soy una mujer soltera que vive en la Ciudad de Nueva York, si bien de muchas maneras no me asemejo a Sex and the City (el programa de televisión Sexo y Nueva York). Para empezar, ningún hombre poderoso, exitoso y guapísimo me pidió que salga con él y me pasó a buscar en un automóvil carísimo con chofer. Segundo, y esto es lo más importante, Carrie no tenía un perro. No voy a aburrir a mis lectores con las otras diferencias entre mí y la icónica escritora neoyorquina ficticia, al último grito de la moda y fumadora de cigarrillos.

Tenía que ser

Pasando a otro tema… adopté mi cachorrito, Linus, en mayo de 2012 y poco después me di cuenta de que el rescatador era él. En ese entonces estaba en una relación y estaba lista para tener un perro, pero no estaba mirando petfinder.com con seriedad, hasta que en una búsqueda me topé con un perrito chiquitito, desaliñado y orejudo que estaba muy lejos de ser un adorable cachorro mezcla shih tzu. A pesar de que todos los indicadores apuntaban a que terminaría por desilusionarme, el cliché “tenía que ser” resultó ser cierto cuando manejé de vuelta a Baltimore, mi hogar en ese entonces, con Linus en el asiento de atrás.

La Biblia nos dice en el Salmo 30:5, que “en la mañana vendrá la alegría”. Para mí, Linus, es un recordatorio tangible de esa verdad. Sin que yo lo supiera en ese momento, mi vida personal estaba por cambiar completamente y ese Salmo iba a desempeñar un papel importante. En mis doce años en la Ciudad de Baltimore pasé por la universidad y la escuela de posgrado, inicié una carrera, pasé ocho años con un novio y compré mi primera hogar. Baltimore tiene un lugar especial en mi corazón y es el principio de mi vida con un cachorrito de rescate ferozmente leal y tozudo.

Ese agosto, a los pocos meses de haber traído mi dulce cachorrito a mi hogar, perdí inesperadamente a mi tía Gerri. Esa fue la primera oportunidad para que Linus me sirviera de terapeuta. Su amor incondicional y su honesta verdad, a pesar de que mi atención no era la mejor en ese entonces, jamás flaqueó. Perder a una de mis ‘mamás’ fue dolorosamente oscuro, pero de alguna manera, el sol siguió brillando todos los amaneceres. Como si hubiera sabido que necesitaba una mayor dosis de amor, Linus fue esa alegría que viene en la mañana, acercándose a mí con besitos y payasadas que me recordaban todas las cosas por las que debería estar agradecida, incluso en medio de mi tristeza.

Contra vientos y mareas

En 2017, tomé la dolorosa decisión de dar fin a la relación con mi novio y de mudarme de vuelta a mi hogar, Nueva Jersey. Fue una época emocional y difícil, pero nuevamente, gracias a Linus, a la mañana venía la alegría. Durante la ruptura y la llorosa despedida de mi primer hogar, mi alegría estaba permanente y fielmente presente para recordarme con explosiones de energía y gruñidos para que le diera golosinas, que pasaríamos por ese trance. Y cito otro cliché: “aprender una lección de mi perro”. Linus nuevamente era el profesional experto. Yo diría que la gratitud que siento hacia él por haberme rescatado es inimaginable, pero no tengo que imaginarla porque la siento.

La alegría, literal y figurativamente, viene en la mañana. Cuando abro los ojos y me doy vuelta en la cama, Linus me despierta con montones de besos, como si me estuviera diciendo “buen día”. Lo primero que me saluda después de haber dormido por la noche es la alegría. Inmediatamente me siento agradecida y sobrecogida cuando mi vivaz alarma desaliñada me ayuda a iniciar el día con su estímulo y positividad. Mi perrito de rescate ahora ha estado conmigo por casi diez años. La risa y la alegría genuina que me trae todos los días nunca disminuye, independientemente de cuántas veces vi su comportamiento estrafalario cuando lo saco a caminar o su enternecedora sonrisa con dientes torcidos o su gruñido enojado cuando se atrasa el desayuno (y sí, él puede decir la hora).

Desde la separación y la mudanza a Jersey, Linus se mudó de apartamento seis veces, dos a Manhattan. Me alegra estar de vuelta cerca de mi familia y me encanta mi vida en la Ciudad de Nueva York. Pero como lo hace a menudo, la tristeza aparece y nos recuerda la realidad de la vida, como diciendo, Espera, no demasiada alegría ahora.

Después de haber batallado un cáncer por casi dos años, mi otra ‘mamá’ – después de todo, somos italianos –, mi tía Donna falleció en octubre del año pasado. Otro adiós a una fuerte presencia en toda mi vida y más sufrimiento, difícil de sobreponer. Hay una ironía agridulce (bueno, mayormente agria) en la pérdida de dos almas hermosas entre otras en los últimos doce años y el recordatorio de la preciosidad de la vida.

Un fiel recordatorio de alegría y gratitud

Con este período emocionalmente difícil, empieza el tercer capítulo del libro de Linus sobre sabiduría y curación psicológica. Por supuesto que no deseo más tristeza, pero al mismo tiempo no puedo decir que no estoy agradecida por la manifestación de este Salmo. Por diez años – y pido por diez más - Linus ha causado que la alegría venga en la mañana. Me siento bendecida por mi propio recordatorio de la alegría y la gratitud.

Finalizo con otros clichés, porque encierran verdades. ¿Quién rescató a quién? Bueno, si todavía no lo descubrieron, Linus me rescató a mí. Me salva la vida todos los días, incluso con sus eructos gigantescos después de cada comida. Tengo muchos motivos para estar feliz y agradecida por esta hermosa vida, pero no hay un recordatorio más precioso de todo lo que puede traer esta vida que un individuo como Linus. Lamento que otras mujeres solteras estén perdiendo la oportunidad de rescatar y querer a un perro de rescate. Finalmente, ofrezco estas sabias palabras de W.R. Purche, “todos piensan que tienen el mejor perro y ninguno de ellos está equivocado”. Como mujer soltera viviendo en Manhattan con el amor de mi vida, ¿quién necesita un hombre?

Al terminar el número de esta semana de Los perros en Nueva York – ah, un momento, no soy de ninguna manera la versión 2021 de Carrie Bradshaw – agradezco genuinamente a los lectores por permitir esta ojeada a mi vida, desaliñada y plena de actitud. Me honra haber podido escribir sobre alegría. Y Linus, esto es para ti.

P.D. No, no olvidé los meses y meses de la pandemia de la COVID-19. ¿Quién quiere leer todavía más acerca de ella? Pero, obviamente, Linus también estuvo a mi lado para eso, durante la cuarentena, trabajando desde casa y buscando comprar mascarillas a la moda.

Nicole Mirando trabaja como vicedecana adjunta en una universidad de posgrado de la Ciudad de Nueva York. Desde hace unos diez años ha estado participando activamente en el rescate de perros y pasa su tiempo libre ya sea con su familia en Nueva Jersey o con su perrito explorando Manhattan. Además, Nicole dedica tiempo a estudiar para el doctorado en educación que está en vías de obtener y a su otra pasión: ayudar a mascotas necesitadas que lo merecen y brindan su amor incondicionalmente. Este es su primer artículo en línea.

Recursos:

This article is part of the November 2021 Vestry Papers issue on Joy and Gratitude